El Gobierno en el Exilio promoverá un proceso ordenado, jurídico y pacífico, centrado en la restitución de la soberanía ciudadana y en el establecimiento de instituciones legítimas, funcionales y equilibradas. Se impulsará una transición basada en justicia sin impunidad y sin venganza, con garantías para todos los sectores que se comprometan con el orden democrático, y se priorizará la reconstrucción del Estado de Derecho desde una arquitectura clara, limitada en el tiempo y sometida al control del ciudadano. El poder usurpador no será remplazado con caos, sino con reglas, confianza y una visión compartida de país.