La estructura del Gobierno en el Exilio estará diseñada para que toda su legitimidad, funcionamiento y rumbo estén determinados directamente por la voluntad del ciudadano cubano. No se tratará de un poder que actúe por encima del pueblo, sino bajo su mandato. Quienes ocupen responsabilidades dentro del GE lo harán con límites precisos, sujetos a mecanismos permanentes de vigilancia, evaluación y revocación. Ninguna decisión estratégica, institucional o política se tomará de espaldas al pueblo, y toda su arquitectura operativa responderá a una verdad esencial: el poder no será ejercido en nombre del ciudadano, sino bajo su control directo, continuo y soberano.