La fragmentación y desconfianza entre sectores de la oposición solo podrán superarse si se antepone el interés superior del ciudadano cubano a los intereses personalistas, partidistas o de grupo. Para ello, es imprescindible construir un espacio común de cooperación política con reglas claras, mecanismos de participación equitativa y compromisos verificables. Superar la desconfianza y la paranoia —sembradas deliberadamente por el régimen para debilitar cualquier intento de unidad— exige transparencia absoluta en la toma de decisiones, comunicación constante, y una cultura de rendición de cuentas que permita identificar errores sin estigmatizar actores. La unidad no requiere uniformidad, sino voluntad política real de colaborar con honestidad y visión de país.