En la Cuba libre, la reconciliación solo será posible si se funda en justicia y no en impunidad. El Gobierno en el Exilio impulsará un proceso de justicia transicional que identifique, juzgue y sancione a los responsables de crímenes contra el pueblo, garantizando verdad, reparación y garantías de no repetición. Solo después de depurar las fuerzas armadas de elementos criminales, podrá iniciarse su transformación en una institución profesional, apolítica y al servicio exclusivo del Ciudadano Cubano. Las nuevas fuerzas armadas estarán despojadas de toda ideología partidista y sometidas plenamente al poder civil democrático, con el mandato de proteger la soberanía ciudadana, garantizar la seguridad interior y defender la integridad nacional, como parte de un Estado de Derecho restaurado.