El CDC es consciente de los intentos del régimen por infiltrar y desacreditar a la oposición. El riesgo de infiltración, sin duda, existe. Nuestra primera línea de defensa es la absoluta claridad de nuestros objetivos, respaldada por un Código de Ética y Cooperación igualmente claro y rigurosamente estricto. El infiltrado deberá elegir entre cumplir su función al servicio de la dictadura o, en la práctica, trabajar contra ella. Si opta por lo primero, inevitablemente será detectado y expulsado.
Por otra parte, se siguen protocolos de seguridad y validación antes de invitar a nuevas organizaciones. Además, la estructura colegiada del Consejo de Coordinación impide que una sola persona pueda manipular o controlar la coalición.
En cuanto a los intentos de descrédito, no tenemos mejor defensa que nuestro trabajo serio y comprometido, libre de egos y ambiciones de poder, orientado exclusivamente a la libertad, la democracia y el progreso de Cuba.